se quedan fijos mis ojos en la nada,
y quietos mis dedos en la nada,
y parado mi cuerpo,
detenidos
mis oídos y mi cerebro
en la nada,
parada mi piel, mis pies,
todos los gemidos.
Y luego me redirijo:
cojo naranjas del árbol del sol,
bebo bajo la sombra de la rama
que besa el río
en el centro de los remolinos,
me fijo después en el viento;
sigo con la mirada
su camino
me quedo en la hierba,
y aprendo,
piedra por piedra
todos los recodos del sismo
cojo naranjas del árbol del sol,
bebo bajo la sombra de la rama
que besa el río
en el centro de los remolinos,
me fijo después en el viento;
sigo con la mirada
su camino
me quedo en la hierba,
y aprendo,
piedra por piedra
todos los recodos del sismo
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